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Dejando de vivir en las sombras de nuestros padres

miércoles, 16 de abril de 2014

Cuantas historias no hemos escuchado acerca de personas que adquieren la herencia de un apellido o de una profesión, una herencia que se ven forzados a cumplir como muestra de lealtad y gratitud hacia su familia y hacia sus padres. También hay historias de quienes tienen que perseguir las metas con las que sus antepasados han soñado noche tras noche y quedado en el intento. Defensores de metidas de pata y salvadores de “reinados en decadencia” intercambian su alma, su pasión y sus habilidades por moldearse y convertirse en títeres al servicio de los demás.

Irene Paola Garza

Vivir en las sombras de nuestros padres y familias es el hecho de continuar lo que ellos han hecho a lo largo de sus vidas o lo que les hubiera gustado hacer. Nacer cargando ya con un equipaje que no elegimos y que nos lleva a un destino determinado, que puede o no ser el lugar a donde realmente deseamos llegar. Alguien decidió hacer esa maleta, trazar la dirección y el destino de nuestra vida y encomendarnos a hacer dicho viaje. Pero, ¿Qué tanto se pierde en el camino, por emprender los viajes de otros y vivir la vida o perseguir los sueños de alguien más? La respuesta es ¡Muchísimo!.

A pesar de que existen ventajas de continuar construcciones que ya tienen puestos los cimientos, como por ejemplo: no ser etiquetado como un “traidor”, no ser señalado como “la oveja negra de la familia” y convertirse en un orgulloso descendiente o también el hecho de que se requiere esforzarse menos, continuar con algo que exige de nosotros únicamente seguir las instrucciones, hacer que el esfuerzo de otros perduré, entre muchas otras, parecen ser más las desventajas y lo que se pierde.

 

La presión de las expectativas y sobre todo de alcanzarlas parece en algún punto brindarnos felicidad al hacer felices a otros, al cumplir para ellos, al satisfacerlos, pero realmente muchas veces al llegar ahí pensarás o te preguntarás: ¿Y ahora qué sigue? ¿Además de hacer feliz a mi abuela, a quien por cierto ya se la comen los gusanos, de que me sirve hacer esto? ¿Y quién sigue lo que yo quería vivir? ¿Quién pagará el favor que yo les hice a ellos? Y finalmente ¿de qué te serviría que tus hijos o alguien más siga o haga lo que tu querías hacer, si al final no vas a poder vivir la gloría de dichas acciones?

 

La creatividad, la capacidad de emprender e innovar, nuestros sueños, nuestro propio espíritu se ve atrapado por las telarañas de la “lealtad”, una lealtad que nos hace desleales con nosotros mismos.

 

Suficiente tienes siendo el 8tavo José de la familia y llevando un apellido y “la carga” de portar “orgullosa y debidamente” dicho apellido de generaciones atrás. ¿Por qué además de eso quieres cargar con una vida que no quieres, que no deseas, que no te satisface ni te llena?

 

Tú, el que calla su sexualidad por hacer felices a sus padres, el que se dedica a algo que no le gusta y que incluso detesta, el que viste, dice y hasta come lo que su madre obsesionada con el peso le sirve en el plato, a tí el que su apellido es una soga al cuello, a tí que te la pasas soñando con una vida y muerto en vida BASTA!….Te invito a que des el “dulce paso de la traición”, que realmente vivas tu vida, te adueñes de ella. Seguramente piensas que suena fácil, pero que no es tan fácil de realizar. Así lo es, tener la valentía de tomar las riendas de tu vida no es fácil, pero es sumamente gratificante. Pon límites, aprende a decir que no, aprende a decir primero yo. Si los demás te quieren, que te quieran por quien eres, no porque te conviertes en lo que ellos desean, esa finalmente es la verdadera aceptación. Sigue tu propio sentido de la vida, sal de tu zona de comfort y aventura a encontrar que hay más allá de tu nido. Aliméntate de tu temor y no lo alimentes a él al quedarte paralizado.

Siempre hay un costo que pagar, el ser leal con los demás te generará culpa contigo mismo de no hacer lo que realmente deseas y el ser leal a tus metas, sueños y deseos te generará algunas veces culpa con los demás por no llenar sus expectativas. Parece que la culpa de una u otra manera es una cuota a pagar, lo importante es, además de sentir culpa, ¿Quieres ser desleal contigo mismo?

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