
Flojitos Y Cooperando
Irene Paola Garza
viernes, 20 de diciembre de 2013
La frase con la que decidí titular este artículo es parte del folclórico albur mexicano, que implica no poner resistencia y encarar la realidad por muy dura que esta sea. Y es que a veces tontamente creemos que resistiéndonos a sentir o enfrentar lo displacentero lograremos desvanecerlo, pero lo único que logramos es hacerlo más difícil y doloroso. Así que ¡flojitos y cooperando!

Las emociones displacenteras (enojo e ira, frustración, tristeza, miedo y culpa) son emociones que por su sensación aversiva, todos intentamos evitar sentir a toda costa. Pero, aunque no lo crean, justo estas emociones son totalmente normales y tienen una función evolutiva muy importante, es decir, el que las sintamos tiene un porqué y un para que, por lo cual no tiene nada de malo sentirlas, sino todo lo contrario. Por ejemplo, la función del enojo es alertarnos de que algo en nuestro alrededor puede ir en contra de nuestro bienestar físico o emocional. O en el caso del miedo su función es alertarnos sobre algún posible peligro o con respecto a algo que amenace nuestra existencia; de esa manera nos activa para huir o defendernos. En resumen, todas las emociones displacenteras aparecen para alertarnos y ponernos en acción.
Pongamos el ejemplo de una persona que trabaja 12 horas diarias, ganando una miseria y que inevitablemente comienza a sentirse frustrado. Esa frustración tiene la finalidad de alertarlo y hacerlo consciente acerca de que está viviendo una situación que está siendo difícil de tolerar; si esta persona logra escuchar su frustración y no la deja pasar, buscará otro trabajo mejor pagado y renunciara lo más pronto posible. El problema radica, en que a pesar de sentirse frustrado y agotado ante tantas horas de trabajo, sin tener un peso en el bolsillo; esta persona no escuche a su frustración y siga trabajando, acumulando día a día estrés hasta explotar. Ya sea que el nivel de estrés acumulado termine por generarle una afección a nivel físico o que termine descargándola contra su familia, cuando ellos no tienen ni vela en el entierro.
Todos buscamos evitar sentir miedo, enojo, miedo, tristeza etc., porque nunca nadie nos enseñó cómo manejar estas emociones. Y tenemos la absurda creencia que es de débiles, locos y sentimentales, el sentir sufrimiento emocional. Existe una carencia de cultura y educación emocional muy significativa, no solo en nuestro país, si no en la mayoría de los países occidentales. Y como muestra de eso, tan solo basta con que recordemos las palabras con las cuales nuestros padres nos indujeron en este disfuncional “manejo” emocional: ¡Ya no chille!, ¡El que se enoja pierde!, ¡No debes de sentirte triste!, ¡Tener miedo es de maricones!, ¡Aguántese cabron! Desde chicos nos enseñaron a no sentir y a que si sentíamos disimuláramos o nos chingaramos y nos calláramos. Vivimos en una sociedad que nos limita emocionalmente, que no promueve la expresión emocional, cuando justo esta es la cura y el verdadero desahogo al sufrimiento causado por emociones displacenteras.
Y de esa falta de educación y esa escasez de una guía bien encaminada hacia una inteligencia emocional, el resultado son muchos actos desesperados por no sentir. Errores que prolongan, agravan o mantienen a la emoción.
Errores más comunes en el intento de disminuir las emociones displacenteras:
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Callarnos: cuando hacemos como que nada pasa, insistimos en no hablar nada al respecto y arrumbamos la emoción para olvidarnos de ella. Pero lo único que se logra sin hablar o expresar lo que se siente y no gusta sentirse, es continuar sintiéndolo.
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Expresar incorrectamente: Tampoco solo se trata de expresar y sacar las cosas a lo wey, el hacerlo de mal modo, en un momento o situación inconveniente o con la persona incorrecta, puede terminar maximizando el conflicto y generando culpa o frustración. La asertividad es una habilidad emocional de la que pronto hablaremos, que justo nos ayuda a expresarnos claramente y de forma adecuada.
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No hacerse responsable: ir culpando a los demás de lo que uno siente o de que causaran cierto malestar emocional es poco funcional e inmaduro, pues solo nosotros somos responsables sobre como decidimos sentirnos. Y te preguntarás, ¿En verdad puedo decidir cómo sentirme?, tal vez haya emociones inevitables ante ciertas situaciones, pero la magnitud y su poder sobre de ti y otras áreas de tu vida si es tu decisión.
Ya teniendo un poco más de entendimiento y consciencia sobre la influencia social en tu aversión y fobia por las emociones displacenteras, sobre la verdadera función y causa de estas emociones y una idea más clara sobre que dejar de hacer para romper con esos malos hábitos emocionales. A continuación te daremos una breve guía de como comenzar a encaminarte en un manejo emocional más consciente, más sano y más eficaz.
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Aprende a identificar tus emociones: comienza por observarte más en el momento en el que estas sintiendo estas emociones, ¿Qué señales da tu cuerpo o tu mente antes de explotar y perder el control?
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Escúchalas: ya pudiendo identificar cuando aparecen, escucha que tienen que decirte: ¿Qué función te piden que cubras?, ¿Qué buscan activar en ti para generar un cambio y volver a estar en un estado de equilibrio?
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Haz algo al respecto: no te quedes con los brazos cruzados, como anteriormente lo mencioné es tu responsabilidad y tu decisión dejar de sentir una emoción displacentera o minimizarla en lo posible. Déjate del drama, quítate el disfraz de víctima y busca cambiar el malestar por medio de técnicas de manejo de emociones (relajación, yoga, escribir, practicar la asertividad para hablarlo, buscar alternativas de solución del problema y evaluar analizando las ventajas y desventajas de cada una de ellas, para saber cuál es la más viable etc.).
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Acepta lo que no está en tus manos: muchas veces no hay algo que podamos hacer, porque nuestra emoción es generada por situaciones externas o por las acciones de alguien más. Acepta que la situación tal vez no cambiara y pregúntate ¿Qué tanto poder va a tener esta situación sobre mis emociones? La aceptación es tener una visión lo más positiva posible a pesar de las circunstancias; una visión saludable y real con comprensión y consciencia de las situaciones y de cómo te hacen sentir.
Flojito y cooperando, nadie se muere de sentir enojo, miedo, frustración, tristeza etc. Enfrenta estas emociones y no permitas que sean abrumadoras o más grandes que tú.