
Pasión
miércoles, 27 de noviembre de 2013
Quien ha perdido su tiempo en conocerme sabe que soy una persona de pocas pero muy intensas pasiones. Esto me ha pasado toda mi vida, cuando me dió por escribir me la pasaba haciendo cuentos y sketches; cuando me da por enamorarme, no paro de pensar en la persona e idear formas, planes y estrategias para estar presente (tema de otro post); en la literatura me ha pasado con Bukowski, Ibargüengoitia, Borges, los leí hasta el hartazgo; del fútbol ni se diga (también tema de otro post); ¡Qué lástima que no me ha pasado con el trabajo porque si no sería menos pobre!
Con la música me pasa igual. Me clavo en algo y clavo un chingo, de puberto fueron los Fabulosos, los Héroes, Bunbury, y cuando fui creciendo un poco más, llegó Estopa, aún recuerdo como mis amigos y alguna noviecilla me pedían que dejara de ponerlos todo el tiempo. Ya más grandecito Sabina entró a mi sintonía, recuerdo cuando una vez gasté todo mi humilde salario de becario en comprar todos los discos disponibles del compositor español. Pasó el tiempo y exprimí cada nota cada letra hasta que llegó el final, comencé por aburrirme y por buscar nuevos horizontes.
Fue así como por sugerencia de Sergio Zurita, el locutor del programa de radio que inspiró no me refiero a DaMás Gratis Radio Show (tema de mi post anterior), decidí darle oportunidad a 2 seres desconocidos para mí, Bruce Springsteen y Jaime López. Springsteen se volvió parte de mi vida, identificado con la vida en Born to Run, Thunder Road, Rosalita (que rolón!!) y Atlantic City; lo escucho con una frecuencia diaria, en el trabajo y con las cubas (ojalá fueran diarias); lo escucho, lo entiendo y lo disfruto, sin embargo fue Jaime López el que me llevó a otro nivel.
¿Por qué otro nivel? La respuesta es sencilla, mi lengua materna es el español, y jamás había conocido a algún músico mexicano con tal manejo de del lenguaje, él es la viva voz de la “Prosa Nostra” del ingenio del mexicano (Me siento bien pero me siento mal), del sufrimiento del día a día (Castillos en el viento), de la necesidad de coger cuando no hay amor (Corazón de Cacto), de perderle el sentido a las relaciones de pareja (Ay Inés), y de saber que es posible lo que deseamos (Arando el Aire); entre muchos otros temas que hacen que aquellos que se detienen a escucharle sean tocados por esa magia que contienen sus canciones. Cada rola suya es un rompecabezas del lenguaje coloquial con un sentido literario de un escritor consagrado acompañado con Folk, Rock, Banda y hasta Cumbia.
¿Cómo comencé a escucharle? Es cierto como probablemente muchos de ustedes, se preguntan; “¿Jaime López, quién es ese wey?, yo también me hice esa pregunta, Wikipedia lo define como el autor de “Chilanga Banda” canción popularizada por Café Tacuba, esta canción es el himno de las calles de mi ciudad (creo que la Secretaría de Educación de la ciudad debería hacer que los niños en las primarias la canten después del saludo a la bandera) y así fue como decidí darle una oportunidad.
Me armé una playlist con las pocas rolas que encontré, la llamé “Descubriendo a Jaime López”; eran 20 rolas, las escuchaba en la chamba; las primeras oídas ni fu ni fa, bueno más fu que fa. Pero como en aquel trabajo había que escuchar música para no volverse loco, mi frecuencia aumentó exponencialmente; lo escuché y lo escuché hasta el punto que decidí difundirlo entre mis allegados; y así como testigo de Jehová me puse a esparcir la doctrina a toda persona cercana, familiares, amigos, amigas y hasta a mi abuela.
Particularmente entre mi abuela y Jaime López las cosas no son miel sobre hojuelas, un día de camino a un desayuno escuchó una canción que decía “No ando buscando a Jesús, yo ando buscando a Magdalena”. Pidió que quitáramos la blasfemia del coche, cosa que por supuesto no hice. Ya en el desayuno como buena devota del catolicismo latinoamericano, cada vez que yo hablaba de algún plan a futuro, así fuera tan simple como “Quiero ir al cine”, ella me corregía y me decía “Primero Dios, quiero ir al cine”, su insistencia fue tan grande, que hubo un momento que le dije “Abuela, Jaime López es mi Dios, así que Primero Jaime López, quiero ir al cine”. Ella comenzó a burlarse, “estás loco”, me dijo, “Bueno, Primero Jaime López, iré al psicólogo la próxima semana”; así hubieron 3 o 4 ejemplos; ella comenzó por enojarse y a ponerse sensible; sin embargo cuando estábamos por firmar la tregua, mi hermana la vio y le preguntó “Abue, ¿Jaime López existe?”. Estocada final, unas lágrimas. Bueno no es mi intención ganarme el desprecio de los lectores, así que continuemos con el tema.
He tenido el gusto de ir a 4 conciertos de Jaime López, el primero un amigo del trabajo, ya convertido en fan, Christian, se encontró un cartel pegado en un poste, (como algunos que me he robado del Péndulo). Éste decía “Jaime López y su Chilanga Banda”. El evento se llevó a cabo en el Teatro de la Ciudad, la temática del concierto era Café Tacuba acompañando a Jaime López cantando y tocando sus rolas; el simbolismo de este ritual dice mucho, la banda más popular del país interpretando las rolas de un desconocido para muchos…creo que mejor reconocimiento no puede haber.

A este concierto le siguieron otros 3, todos en el Péndulo de la Roma foro de 100 personas como máximo, en algunos arrastré a mis amigos, a amigas, un date, a mi hermana; siempre ayudó a convencerlos de que había 2x1 en bebidas. El último concierto fue el 15 de noviembre y fue lo que me motivó a escribir este post, simplemente porque fue el mejor, cuando otros artistas con mucho show no pasan de las 2 horas, Jaime, sin tener que hacerlo se rifó y estretuvo con 4 horas y media de concierto el nos mostró lo que es la pasión por lo que uno hace, incluso le tocó lidiar con un wey hasta la madre (que fue bautizado como el pulpo), que le pedía que le cantara lo que le saliera de los huevos!!
Como conclusión quiero decirles que me siento bendecido por el hecho que él no sea famoso y poder ir a sus conciertos de no más de 100 personas, saludarlo al final, decirle algún mal chiste (cosa que se ha vuelto una tradición cada vez que cruzamos alguna palabra), y darle un abrazo al final del concierto con la mirada llena gratitud. Por qué ha hecho mi vida mejor, porque entiendo la respuesta a la pregunta en una de mis canciones favoritas: ¿Algo habrá tras andar nomás arando el aire? , yo pueda contestarme: Sí, PASIÓN.

Gerardo Alcantar